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Nuestra Señora de Luján

Patrona y Madre de nuestras vocaciones

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La imagen de la Virgen de Luján

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     Una imagen de la Inmaculada Concepción fue encargada de Argentina, que se hizo en Brasil, en la ciudad de Sao Paulo (Valle de Paraíba), y llegó al puerto de Buenos Aires a finales de marzo de 1630. Desde allí fue transportada en vagones junto con las otras mercancías y las tropas pasaron la noche cerca de las orillas del río Luján. En las primeras horas del día siguiente, mientras trataban de continuar el viaje, los bueyes no podían mover los vagones, por lo que comenzaron a descargar todas las mercancías, pero en vano. Cuando quitan, finalmente, una caja que contiene la imagen de la Virgen, bajo el título de la Inmaculada Concepción, los vagones se mueven. Los tropeiros entienden que esto era una advertencia del Cielo, que les decía que tal imagen debía estar allí, para ser veneradas en ese lugar. Y así lo hicieron.

 

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La Virgen de Luján y Nuestra Familia Religiosa

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     Nuestra Señora de Luján tiene una relación íntima con nuestra Familia Religiosa, ya que es nuestra Patrona Oficial, a quien el Padre Buela confió las vocaciones. Para este pensamiento, todo religioso del Verbo encarnado debe tener un amor muy especial, propio de la Virgen María, bajo este título: la Concepción Pura y Clara de Luján. Y así es como el Padre Buela decidió enviar una réplica de la imagen original para todas nuestras misiones. Ella nos dio un ejemplo de misión, y a través de nuestras misiones fue a la misión en todo el mundo.

 

 

 

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Este patrocinio de la Virgen en el Instituto es muy importante. Es ella quien, por decisión de nuestros superiores generales y del Padre Buela y confirmada por la autoridad de la Iglesia, es nuestro principal intercesor ante Dios. Es la Madre quien genera vida, y genera vida en nuestros Institutos.

 

  

     También nos enseña a evangelizar la cultura, porque nos enseña a amar a los propios, y este amor, si es verdadero y bueno, nos abre a los valores universales de todas las culturas.

 

 

    Todavía la santa patrona de Argentina, hemos aprendido a amarla desde que la conocimos. Y sabiendo que el Padre Buela, nuestro fundador, oró de joven, pidiendo a la Virgen de Luján la gracia de poder dirigir las vocaciones a Dios, sentimos que nosotros también fuimos engendrados por la Virgen de Luján. Y cuando pasa el tiempo y entendemos esta providencia en la historia, sentimos que realmente somos sus hijos.

 

     La Virgen es un modelo de misionero, de llevar almas a Dios. Y para nosotros es una modelo de una religiosa, una Esposa Fiel a Jesucristo, que sabe esperar en oración por sus hijos, las almas que Dios ha dispuesto a cada uno de nuestros misioneros.

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